Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo | 12 noviembre 2024.

Haciendo memoria

    La memoria es siempre incómoda, aún más si es la de los supervivientes.

    29/05/2019.

    Así se titula el Ciclo que ha iniciado la Fundación Ateneo 1º de Mayo de CCOO de Madrid. Un ciclo que comenzó el mismo día de la reflexión electoral, el sábado pasado, con la proyección de la película documental Huérfanos del olvido y que terminará el próximo fin de semana con la representación, el viernes, de la obra Palabras de mujer, basada en textos de García Lorca protagonizados por mujeres y con la proyección de El silencio de otros, el sábado, 1 de junio.
    Creo que es una gran idea dedicar un tiempo a esta tarea ineludible de hacer memoria. Iniciarlo con los Niños de la Guerra, no es banal, ni ocioso. La memoria es siempre incómoda, aún más si es la de los supervivientes. Los supervivientes nos recuerdan aquello que nunca debió ocurrir. La tragedia de la guerra, los bombardeos aéreos sobre población civil, que sirvieron de ensayo para la posterior Guerra Mundial. Nunca debió ocurrir. Nunca deberíamos olvidarla. Más que nada para que nunca vuelva.

    Familias divididas, separadas, obligadas a buscar refugio en el extranjero para sus hijos e hijas. Rusia fue uno de los países que abrió más generosamente sus puertas. De esto va Huérfanos del olvido. De la ausencia, la huida, la pérdida inevitable. Creyeron que sería una corta separación. Tres meses como mucho. Salieron de una guerra civil y cayeron, poco tiempo después, en una guerra mundial.

    Quienes nunca retornaron, se sintieron siempre españoles, pero habían construido su historia en su segunda patria. Sobrevivieron al asedio nazi en lugares como Leningrado, viendo miles de muertos congelados por las calles. Estudiaron, trabajaron, hicieron carreras profesionales, se enamoraron, tuvieron hijos, nietos. Cuando pensaron volver ya era demasiado tarde. Eran españoles, pero su vida estaba ya en Rusia.

    Quienes regresaron, sobre todo a lo largo de los años 50 del siglo pasado, especialmente siendo mujeres, se encontraron una España en la que sus estudios, sus profesiones, su presencia como mujeres en la sociedad, estaban de más, e incluso suponían un estigma. Salir de una España y volver a otra completamente distinta.  Encontrar madres, padres, una familia, a la que ya no conocían. Algunas de ellas encontraron, en la vuelta a Rusia, la única salida posible.
    La dictadura franquista, en sus ansias por obtener un reconocimiento internacional, en el marco de la Guerra Fría, dio carta blanca a los servicios secretos estadounidenses para montar el Proyecto Niños, que no tenía nada que ver con ayuda humanitaria al retorno, ni cosa parecida, sino que consistía en realizar interrogatorios sistemáticos a los miles de retornados, para averiguar todo lo posible sobre sus vidas, oficios, conocidos y lugares donde se movían más allá del Telón de Acero. Utilizar sus filiaciones y documentación para infiltrar espías. Prevenir que aquellos niños fueran, a su vez, espías soviéticos.

    En un momento del documental, una de aquellas niñas de la guerra reflexiona sobre las palabras de su madre, renegando del momento en el que decidió mandarla a Rusia. Pese a las bombas y la cercanía diaria de la muerte, tal vez hubiera sido preferible afrontarlo unidos, aún a riesgo de morir juntos. Todo, menos el desgarro de quedar separados por la frontera del exilio exterior e interior.

    El director, Lino Varela, estudió Psicología y se especializó más tarde en Guión y Dirección cinematográfica, habiendo realizado un buen número de documentales, largometrajes, guiones y colaboraciones en montajes teatrales. Su interés por los niños de la guerra surgió leyendo una entrevista con uno de ellos, Manuel Arce.

    Conviene escuchar a personas como Manuel. Hacer memoria para evitar que se cumpla la profecía de Orwell según la cual, quien controla el presente, controla el pasado y quien controla el pasado, controlará el futuro. Es necesario hacer memoria de los supervivientes para conjurar el olvido y para recuperar el futuro que un día perdimos. Se lo debemos y nos lo debemos.

    Francisco Javier López Martín